Para vender mis postales en la calle debo buscar aquellos lugares donde
hay mucha gente. En la capital de Ecuador, Quito, el lugar más concurrido es
Plaza Grande. El problema es que en estos lugares muy concurridos también hay
muchos agentes de policias que vigilan constantemente que no haya vendedores
ambulantes y no les permiten vender. Si tengo la mercaderia apoyada en el piso
enseguida vienen echarme. Si voy vendiendo mientras estoy en movimiento
molestan menos. Un día mientras vendia mis postales mientras estaba caminando,
trataron de echarme. Entonces las personas que caminaban por allí se empezaron
a acercar donde estábamos la policia y yo, comenzaron a defenderme diciendole a
la policia que yo no estaba haciendo nada malo y que me dejaran en paz. No sólo
fue una sino muchas personas. Los policias que sólo cumplían con sus
obligaciones se deben haber sentido muy humillados. Cada vez que vendía mis
cosas debía estar atento a los policías pero esta vez me sentí muy agradecido
por cómo me cuidaron todas estas personas.
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