Llegué ayer a la madrugada a Sao Paulo.
Un hombre boliviano, Richard, me ayudó a llegar en su gran, gran camión que transportaba muchos autos. Recorrimos 2000km sin parar. Richard manejaba tan rápido, era como estar en una montaña rusa por mas de 20 horas. Su camión tuvo problemas en el camino, salía humo por detrás. Como era domingo no podíamos repararlo. Estaba preocupado por si explotaba o se prendía fuego.
A veces Richard se pasaba al carril contrario para rebasar los autos que iban más lento; en esos momentos sentía que tenía el corazón en la garganta. Otras veces, camiones que venían de la mano contraria zigzagueaban porque los choferes se quedaban dormidos; no quiero ni imaginar si Richard cometía el más mínimo error, seguramente estaríamos en el cielo sin dejar rastros en esta tierra...
Como pensaba que si me dormía, Richard también podría entrar en sueño, no pude dormir en todo el viaje por lo que estoy bastante cansado.
Pero gracias a Dios, Richard es un experto conductor en viajes de larga distancia que ha ido y venido cientos de veces por estas rutas, por lo cual pudimos llegar a salvo a nuestro destino.
No sé cuánto expresará Richard su amor a su familia, pero creo que es más que suficiente, el esfuerzo de recorrer arduamente miles de kilómetros para sostener su hogar.
Cuando estaba volando de Senegal (Africa) a Ushuaia (Argentina), hice trasbordo en Sao Paulo. Desde el cielo de Sao Paulo, cada auto que pasaba a través de las lámparas de las calles se veía como un pequeño juguete. Pero ahora, yo me siento como una pequeña hormiga dentro de esos autitos de juguete en ese mismo lugar.
Un hombre boliviano, Richard, me ayudó a llegar en su gran, gran camión que transportaba muchos autos. Recorrimos 2000km sin parar. Richard manejaba tan rápido, era como estar en una montaña rusa por mas de 20 horas. Su camión tuvo problemas en el camino, salía humo por detrás. Como era domingo no podíamos repararlo. Estaba preocupado por si explotaba o se prendía fuego.
A veces Richard se pasaba al carril contrario para rebasar los autos que iban más lento; en esos momentos sentía que tenía el corazón en la garganta. Otras veces, camiones que venían de la mano contraria zigzagueaban porque los choferes se quedaban dormidos; no quiero ni imaginar si Richard cometía el más mínimo error, seguramente estaríamos en el cielo sin dejar rastros en esta tierra...
Como pensaba que si me dormía, Richard también podría entrar en sueño, no pude dormir en todo el viaje por lo que estoy bastante cansado.
Pero gracias a Dios, Richard es un experto conductor en viajes de larga distancia que ha ido y venido cientos de veces por estas rutas, por lo cual pudimos llegar a salvo a nuestro destino.
No sé cuánto expresará Richard su amor a su familia, pero creo que es más que suficiente, el esfuerzo de recorrer arduamente miles de kilómetros para sostener su hogar.
Cuando estaba volando de Senegal (Africa) a Ushuaia (Argentina), hice trasbordo en Sao Paulo. Desde el cielo de Sao Paulo, cada auto que pasaba a través de las lámparas de las calles se veía como un pequeño juguete. Pero ahora, yo me siento como una pequeña hormiga dentro de esos autitos de juguete en ese mismo lugar.
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