2014년 4월 29일 화요일

La enseñanza de la mamá condor




Hace poco escuche este relato de un amigo uruguayo que vive hace tiempo en Brasil:
El padre de este amigo es chileno y dándole un poco de dinero le pidió que viaje desde Brasil hasta Santiago de Chile, " Si llegas bien hasta Santiago te mandaré el pasaje de avión de vuelta, no te preocupes" le dijo el padre. Hacía muchísimo frío, pidió varias veces que lo llevaran, sufrió bastante pero al fin llegó a salvo a Santiago. Estaba muy hambriento, su poco dinero ya se le había acabado. Llamó a su padre y le pidió que le enviara el pasaje de avión prometido. Su padre diciéndole barbaridades terminó negándoselo. Mi amigo sintió tanta furia contra su padre; imaginaba que al verlo le lanzaría un puño contra su cara... Y así con mucho esfuerzo volvió otra vez a Brasil. En el viaje de vuelta todo el enojo hacia su padre fue desvaneciéndose como la nieve se derrite bajo el calor del sol, es más cuando se encontró con su padre no pudo decir nada sino que, con un corazón agradecido, lo abrazó afectuosamente.

Esta historia es como el relato de la mamá cóndor que suelta a sus crías desde lo alto, aún sin que sepan volar.

En estos tiempos muchos jóvenes coreanos viajan al exterior a través de Koica o como mochileros, pero son muchos más los no podrán ir al exterior ni una sola vez en su vida. Puede ser que sea poco factible, si no fuese por el conflicto Sur/Norte en Corea; en vez de hacer el servicio militar obligatorio de 2 años, ¿no sería preferible darles un monto mínimo (un pasaje ida y vuelta), y no por 2 años sino por menos, para que puedan viajar a otros países y conocer sus culturas?. Seguramente la percepción del viaje será diferente para cada persona, pero cada tanto pienso si esto no sería una contribución al desarrollo tanto como persona y como nación.




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